jueves, 9 de mayo de 2013

Relato / Mohamed, el Tilingo

MOHAMED, EL TILINGO
(O algunas consideraciones sobre un chiste antes de ir al laundry)
N.F.

¿Qué es un tilingo? Un tilingo es aquel que quiere pero no puede. No, no es eso. Un tilingo es aquel que quiere y cree que es eso que quiere. Para decirlo de otra manera: es el que cree que es algo que no es. Ahí va mejor. Digamos: es el que aunque crea que llegó, no lo hará porque los que deciden su arribo no le certifican la meta. Un tilingo, en definitiva, es aquel que se queja por el precio del salmón que come una vez al año pagándolo con los ahorros del aguinaldo.


El término, tilingo, tiene muchas acepciones. Podríamos decir que está emparentado con la alienación o con la falsa conciencia. Muchos autores se ocuparon del concepto que encierra el término. Jauretche lo presentó como una zoncera. Pero no quiero meterme en un berenjenal. Mi intención, con estas líneas, es apenas contar un chiste que escuché en la radio hace pocos días y que, entre risas, me dejó pensando.

Basta de introducciones, lo cuento: 

El relato se divide en tres partes. La escena transcurre en París.

1) Un niño árabe va a la escuela. Es el primer día de clase. La señorita le pregunta cuál es su nombre. Este responde: Mohamed. La señorita, con dulzura le explica que no puede llamarse así en Francia, ese no es un nombre francés. Entonces acariciándole el pelo le dice “desde ahora te llamarás Jean Pierre”.

2) Por la tarde, luego de un día normal de clases, el niño regresa a su casa. La madre le pregunta qué tal le había ido en su primer día. El niño le dice que bien, y que traía una novedad: ya no se llamaba más Mohamed ahora su nombre era Jean Pierre. La madre al escuchar esto se enfurece y le da una paliza mientras le dice “¡Es que acaso reniegas de tus orígenes! ¡Cuando venga del trabajo se lo voy a decir a tu padre!”. Cuando el padre llega y se entera del hecho vuelve a golpear a su hijo llamándolo “indigno” y lo manda a dormir sin comer.

3) Al día siguiente el niño vuelve al colegio. La maestra lo ve triste y golpeado. Le pregunta “¿Qué te pasó Jean Pierre?” El niño responde: “Dos terroristas árabes me atacaron por ser francés”.

El chiste es bueno, el remate es estupendo y el relato es tan jugoso que permite poner el dedo sobre varios puntos. Se me ocurre presentar algunos:

1) La maestra, es amable, como buena europea. Es culta, como lo indica el imaginario occidental, porque todos los franceses son cultos (y usan perfume). Seguro que la maestra (linda sin dudas) no tira bollitos de papel en la calle y cuando anda en su auto frena ni bien ve a un peatón pisar la senda peatonal. No le gusta mucho la inmigración, es cierto, pero como es de buen pensar –socialdemócrata, nada polémico- trata, con buenos modales, de afrancesar a lo extraño que tiene cerca, y busca incorporarle la educación y la mirada central de concebir el mundo.

2) El niño (quitémosle la ingenuidad de la niñez: el niño en esta explicación deja de ser “un infante”) el niño es la figura de cualquier adulto alienado, que sabe cómo son las cosas y por lo tanto conoce sin discusión que el otro es “superior” (¿o hay alguna duda, que para el pensamiento medio, un francés es más que un árabe?). Este se alegra de haberse convertido en francés, de haber sido aceptado en el jardín del edén. Siente que en pocos minutos subió un escalón social. Varios escalones. Ya dejó de ser Margarita ahora lo llaman Margot.

3) En la casa, con razón, los padres árabes se quejan por la falta de personalidad de su hijo para defender su origen (le molesta que se deje convencer tan fácilmente por "el otro") pero como son “incivilizados” (¿o hay alguna duda, que para el pensamiento medio, el árabe es "incivilizado"?) educan a su hijo a los golpes. En vez de explicar pegan. Típico de una pedagogía antigua, retrógrada. Típico de una "cultura menor". 

4) Y en el remate, cuando la maestra francesa, sensible, no violenta como los árabes, la maestra linda, que no tira papeles fuera de cestos y frena apenas ve a un peatón pisando la calle, le pregunta que le pasó este responde ni más ni menos que como un tilingo. (¿o hay alguna duda, que para el pensamiento medio todos los árabes son terroristas?)

Fin. Acá dejo el chistecito. Queda abierto el tema. No tengo tiempo para seguirlo es que debo ir a la tienda de carnes rojas porque en la cena quiero rehogar algunos cortes premium en el wok. Pero antes (¡Dios, me estaba olvidando!) debo pasar por el laundry.

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