martes, 25 de octubre de 2011

Ciudad / Ciudad Nodo Ciudad Nada

CIUDAD NODO, CIUDAD NADA
Buenos Aires: 2002
La imagen de la ciudad de las elites
vernáculas en la era de la globalización.
(Fragmento)

Publicado en Mirada y Crítica
Nicolás Fratarelli

 
Desde fines de los años 80 el mundo comienza a cambiar radicalmente. La ciudad ya deja de tener una muralla física, la ciudad concreta, la ciudad como espacio físico deja de interesar a los grupos de poder que la manejan (grupos de poder que exceden largamente a la dirigencia política) “la globalización ha dado lugar a la creación de una nueva dependencia y a la gestación de nuevos centros de poder los cuales, si bien están dispersos entre los Estados Unidos, Europa y Japón, (...) están controlados por las grandes corporaciones multinacionales que generalmente responden a los capitales provenientes del primero de esos orígenes.” (Roberto Bergalli. 1993)

La decisiones políticas de las elites que manejaron el país en los años 90 hicieron que Buenos Aires se inserte a la red de la globalización sin cuestionar nada de ella, de manera acrítica sólo observando intereses individuales. Buenos Aires, se integra a la red global de ciudades sin un proyecto estratégico estudiado, se suma a los dictados de los globalizadores casi por inercia, o por deber.
Lejos de Nueva York , Londres y Japón (Saskia Sassen.1999) Buenos Aires queda enmarañada en una red que no le permite decidir. La dinámica misma de la globalización hace que la red sea mas importante que cualquier ciudad concreta.

Buenos Aires Queda establecida como una ciudad de tercer orden en el sistema global de redes de ciudades, la que recibe los dictados de los beneficios y de los perjuicios.

También se aleja de la ciudad la idea de pertenencia a un estado-nación agudizando la fragmentación del país obedeciendo las órdenes de las nuevas estrategias políticas de métodos posmodernos.

Para el proyecto dominante, Buenos Aires ingresa dentro de la red global siendo un nodo (viable) para la realización de nuevos negocios dentro de un contexto que excluye otras regiones del territorio nacional y continental. 

Si previo a este nuevo proceso veíamos que la ciudad  estaba más allá del bien y del mal, para usar los parámetros de Carl Schorke (1963), en los años 90 vemos como esta categoría se extrema, convirtiéndose casi en  indiferencia,  dado  que la ciudad concreta queda abandonada por los sectores dominantes, quienes instalan nuevas murallas al espacio físico.

Lejos quedaron los límites de Avenida de Mayo de la que hablaba Borges como representante de la Buenos Aires Ilustrada, o la General Paz, de la clase media urbanizada, la ciudad comienza a moverse con límites virtuales. Se convierte en un nodo de una red que actúa como un punto fluctuante del mercado mundial.

La elite vernácula abandona su ciudad física y la resigna refugiándose en las “mieles” de la globalización, generando un nuevo imaginario alejado de cualquier proyecto colectivo. 

La ciudad material pasa a ser indiferente para los intereses de las clases dominantes y queda sumida a la cola de los globalizadores.

Los hijos y nietos de las pasadas generaciones que pelearon por imponer una idea de ciudad, utilizan a ésta como sitio territorial en tanto le resulte funcional para obtener la plusvalía de los negocios que producen las multinacionales y que ellos gerencian. Cuando no logran estos objetivos económicos preestablecidos, se van a vivir a otros ciudades de la red que les provea los ideales de ciudad burguesa que Buenos Aires no les otorga.

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