lunes, 30 de abril de 2018

Teatro | Terrenal | Cuerno


CUERNO
(Acerca de Terrenal, la obra de teatro de Mauricio Kartún) 
N.F

Luego de matar a Abel, Caín espera el castigo de su Padre.
Tatita (Dios, su Padre), tras arribar al lugar del hecho, al costado de su otro hijo muerto, le dice a Caín: Tu condena será eterna. A partir de ahora limitarás al mundo, separarás territorios, medirás las cosas, las pesarás. Mensurarás todo lo que tengas a tu alrededor, y entre otros males similares, defenderás lo tuyo sin importarte el mundo que te rodea”. 
Caín, lejos de considerar esto un castigo, y mientras se le hacía agua la boca al recibir semejante mandato, preguntó: ¿...entonces no recibo ninguna pena...?
Tatita -su Padre- (Dios) lo mira con una mezcla de perplejidad y desprecio y volviendo en sus palabras le dice casi con resignación: "además llevarás este cuerno en tu cabeza durante toda tu vida”. Ahí, recién en ese momento Caín sintió el castigo. 
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La escena es potente. Es el nudo de la obra. Nos muestra a un Caín que nunca entendió nada. De la misma manera que el mundo-caín en el que vivimos, el país-caín en el que transitamos todos los días, nunca entiende nada.
En definitiva, el mundo-caín, que mata periódicamente a abeles, no entiende nada de nada.
Nada de nada de nada. Ni siquiera se da cuenta que mata abeles a cada rato.
Es que Abel Sueña y Caín no cree en sueños. Caín no cree en sueños porque no los puede medir. A él lo abstracto se le esfuma entre los dedos. Para Caín los sueños de los abeles no pesan, son inertes. No se pueden mensurar. Y lo que no pesa no existe. Por eso jamás Caín podría compartir un sueño con otros. Él necesita limitar lo suyo a su propio ámbito, poner todo en caja, separarlo del otro.
Las necesidades de Caín apenas si pueden sumar -como máximo- 140 carateres. 140. Ni uno más ni uno menos. Cien-to-cua-ren-ta. Con su cuerno en la cabeza cuenta. “Uno, dos, tres, cuatro…”.

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