viernes, 23 de noviembre de 2012

Ensayo / La ciudad y sus muros

Muros, murallas y lamentos
Nicolás Fratarelli
Publicado en Mirada y Crítica
 


Límite, marca, trazo.
Control, aduana, puerta, entrada y salida.
Muro, pasillos, foso y otra vez muro.
Miedo, defensa, ataque y torres que acompañan.
Vigilancia, seguridad e inseguridad.
Libertad, esperanza. Arrogancia del poder económico.
Icono, signo, letra, símbolo, huella de piedra.
Ur, Babilonia, Korsabad, Micenas.
Atenas, Priene,  Roma.
Burgos, Ávila, Trujillo, Cartagena.
Berlín.
Piedra sobre piedra, ladrillo sobre ladrillo, aparejos.
Barro moldeado, arcilla, hormigón armado, bloques prefabricados.
Alambre de púas.
Melilla.
Miradas lánguidas hacia el  vacío.

………………..
Murallas y Ciudades Estados

“Construir es colaborar con la tierra,
imprimir una marca humana en un paisaje
que se modificará así para siempre…”
 
Marguerite Yourcenar
Memorias de Adriano

Parte misma de la ciudad, eso fue la muralla. Línea materializada. Dios pantocrátor que indicaba con su mano quien quedaba adentro y quien afuera. Pulgar del Cesar. 

No fue arquitectura pero si piedra que hizo ciudad y componente central de la revolución urbana (1) que se produjo hace 5000 años en los valles del Tigres y del Eufrates.

Desde su origen la ciudad la atesoró en su neceser,  junto a los edificios públicos más significativos y al espacio social aglutinante (ágora, foro, plaza). Si la ciudad es un libro la muralla es palabra que arma frases siguiendo su propia gramática.

En ella la mano del hombre siempre estuvo presente y aunque un peñasco, un precipicio, agua circundante, dulce o salada, hayan funcionado como muralla la marca de la cultura se manifiesta en la geografía que se hace traza.

Las murallas delimitaron lugares, marcaron territorio,  unieron  y separaron.  Detrás de ellas se formaron comunidades, se agruparon contradicciones, se mezclaron intereses contrapuestos. Lo religioso y lo profano convivieron en el mismo espacio. Y  a pesar de las diferencias todo el colectivo se reconocía en una misma identidad. Con el tiempo se gestaron burguesías progresistas que conformaron ciudades-estados que  competían con otras ciudades-estados vecinas y formaban parte de una maraña entrecruzada, vital para el desarrollo de cada una de ellas.  Su grandeza simbolizaba la concentración del excedente social y revelaba la importancia de la ciudad que contenía.

Leyéndola  como mero límite, como cortina,  como sólido, la muralla amedrentaba al que venía de afuera, y en ese caso, era la pared lo más destacado,  pero viéndola como manos protectoras de la ciudades que albergaban libertad y esperanza (2) la puerta era mas importante que la piedra, y a pesar de estar custodiada por torretas, fosas y puentes levadizos se abría para permitir nuevas ilusiones.

 

Estados y Murallas convertidas en muro

“la muralla tenaz que en este momento y en todos,
proyecta sobre tierra que no veré, su sistema de  sombras,
es la sombra de un césar…” 

Jorge Luis Borges
La muralla y los libros

 
Nuestras ciudades ya no usan estas moles contundentes, dejaron de ser parte del vocabulario urbano contemporáneo. Las ciudades tienen hoy otros tipos de murallas para controlar su territorio. Avenidas, autopistas, vías férreas son solo algunos elementos evidentes de control urbano. También los hay ocultos, y no por tales menos imponentes. Las murallas sociales, políticas, culturales, económicas y tecnológicas, funcionan como vallas agresivamente sutiles en las ciudades modernas.
 
Hoy los estados-naciones convirtieron a la muralla en barrera, en  cinta que separa. La abrieron, la estiraron, y la desplegaron sobre las fronteras, siguiendo la línea  y el punto de la cartografía, para detener a una masa de desahuciados que llega de afuera en búsqueda de oportunidades. Así lo hicieron algunos países europeos que incorporaron a sus costas  tejidos de alambres de púas (obviamente fabricado bajo normas ISO), así lo hace Israel que se refugia detrás de 600 km de  muro para solucionar su conflicto con Palestina, y  así lo hace EEUU creando un interminable muro en la frontera con México.

En todos los casos, esta sólida valla expresa la fragilidad de sistemas injustos. Cada metro de muro denuncia el flojo pespunte de su bies y más que grandeza, demuestra el temor en el que viven sus habitantes. Para evitar  que el muro hable por si mismo, los poderes centrales despliegan un sinnúmero  de discursos, de pretextos, de argumentaciones legales que justifican su construcción. Equipados con radares, cámaras de videos y sensores, estas nuevas murallas chinas ya no buscan contener ataques de otros pueblos sino frenar desesperaciones, cebadas, permanentemente por los medios de comunicación que seducen con sus mensajes a favor de la  globalización y a la vez reclaman un estricto control de la inmigración.

Desaparecido el muro de Berlín, nuevas murallas se levantan hoy,  aunque ya no como barrera ideológica sino como profilaxis. Los trozos  del otrora “muro de la vergüenza” (3) se convirtieron en simples souvenires para viajeros y personas bien pensantes, pero quedaron muy lejos de servir como enseñanza.

A pesar de Francis Fukuyama, la historia se niega a llegar a su fin,  va y viene y parece repetirse permanentemente. Y nos muestra, todavía, como los seres humanos se protegen de otros seres humanos haciendo paredes, y como  la humanidad se sigue pareciendo a aquella,  previa de la revolución agrícola, cuando los hombres comenzaron a construir murallas para protegerse de otros hombres que  vivían dentro de otros  territorios también amurallados.

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Veo estos muros desde el aire.
Acerco mi vista a uno de ellos.
Trato de distinguir el lado sano.
Busco el lado limpio.
No lo consigo.
Veo desnudo a dos hombres.
Me dicen que uno es un magistrado  y el otro un pobre diablo.
Cada uno está a un lado del estrado.
Trato de entender quién es quién
Me pregunto ¿De qué lado está uno y de que lado el otro? 
Parece que ambos están del lado del muro de los lamentos.
 

(1) Término acuñado por Vere Gordon Childe. (The Urban Revolution. Town Planning Review, vol.  21, 1950)

(2) “El derecho urbano no solo suprimió la servidumbre personal y territorial, además hizo desaparecer los privilegios señoriales” Las ciudades de la edad media. Henry Pirenne (Recordamos que en la Edad Media la legislación decía que quien lograba vivir un año y un día en una ciudad conseguía la libertad del señor feudal)

(3) Llamado «Muro de la Vergüenza» por occidente  y «barrera de protección antifascista» por el bloque oriental.

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