martes, 6 de septiembre de 2011

Literatura / La falta y otros cuentos

La falta y otros cuentos 
Nicolás Fratarelli

 

SUMARIO
Paredes blancas con algunos clavos sin sentido
Policiales
Tres personajes
Gurú
En bicicleta
Domicilio desconocido
Alberto Marino
Palomas
La falta
Eugene
El  encuentro
La bendición
Vilma
Ana entonces
Las Prostitutas de Constitución
Tres esquinas
Fin del Cuento

 Advertencia
            Escribir concede ciertos privilegios, como viajar de colado por el mundo, propio, de otras gentes.
La literatura permite que desde una mesa de café, se pueda viajar en el tiempo, con un “jubón prímula” o con un saco sastre marrón otoño con las mangas sin devanar. Permite que se pueda viajar en el espacio sobre bicicletas bucaneras, sobre globos aerostáticos a medio inflar o encima de un bicho bolita. Admite que se pueda viajar en los recuerdos, en los devenires, en el acaecer, en las frustraciones, en los que logré y en lo que nunca  lograré; que se pueda viajar por una ciudad Cortázar que parece inventada, por ciudades que de tan Calvino parecen invisibles.
Aprueba que se pueda viajar por ciudades donde Hopper dibuja soledades en las esquinas, donde Doisneau fotografía besos en la veredas, donde Borges, como buen urbanista, diseña planos de humillaciones y fracasos, donde Carlo Butti ruega “Torna piccina mia…”, donde Goyeneche canta desencuentros mientras Discépolo le dicta en calzoncillos.
La literatura nos permite andar, recorrer, rodar, transitar, vagar, errar por caminos con la misma curiosidad con la que Leopold Bloom deambulaba, con rumbo aunque sin certezas, por las calles de Dublín.

Los  cuentos reunidos en este volumen viajan. Y mientras viajan,  tratan de construir un pequeño mundo, un universo sempiterno que entra en una libreta de anotaciones que se lleva en el bolsillo trasero del pantalón.
Su amuchamiento contiene muchos relatos inéditos, algunos que fueron publicados -y corregidos-  y otros añejados, que, como José Buendía, sobrevivieron al escorbuto, a las virtudes del cinabrio y a la peste del insomnio. Con todo esto, el libro trata de acortar caminos por terrenos cenagosos con una carretilla de imágenes, trata de abrirse a la mar con la proa de la palabra y una bitácora que aunque destartalada nunca deja de ser  honesta.

Los textos que aquí se exponen son muchos textos a la vez. No es inspiración de un creador. Su producción bebe agua de muchas fuentes. En ella influye la calle tanto como otros libros, la voz de los sin voz tanto como la obra maestra. Después, uno, con toda esta menesunda, trató de hacer lo que supo, lo que quiso y lo que pudo.
Y por último: aunque mal le pese al autor, el lector sabrá qué decir sobre estos escritos, y aunque mal le pese al lector, al autor no le importará.

Vaya la advertencia.     

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