jueves, 16 de octubre de 2014

Literatura / Caburé, fané, Mallarmé toma el té / La línea

Caburé, fané, Mallarmé toma el té.

N.F.
Publicado en "La línea y otros cuentos"

-          Me dijo entonces…
-          Osvaldo Martínez.
-          Osvalll do Marrr, ti, ne z ¿Edad?
-          Treinta y cinco
-          Treinta y cin, co. Fecha de nacimiento
-          Trece de abril de mil novecientos setenta y seis
-          Trece de, abrillll, deelll noventa y ssss ¿…nació en… ?
-          Londres, departamento de Belén, ruta nacional 40, al pié de las sierras del Shincal a 1558 metros de altura sobre el nivel del mal al costado del río Quimivil, Provincia de Catamarca. Estábamos de vacaciones mi madre calculó mal la fecha del parto, veníamos de Mendoza, íbamos para Salta, cruzamos San Juan, La Rioja  y al llegar a Catamarca, ¡zaz! rompió la bolsa, mi padre aceleró todo lo que pudo …
-          ¡Pero claro! ¡Usted es el famoso escritor Osvaldo Martínez! Esa historia se la escuché varias veces. Siempre la cuenta en  las entrevistas televisivas que le hacen.
-          En realidad, para ser exacto, riguroso, estricto, para no andar con vueltas, a ver, como decirlo de una manera directa, llana, sin ambages, no soy yo precisamente Osvaldo Martínez.  Me disgusta corregirlo pero en honor a la verdad yo soy un personaje que se llama Osvaldo Martínez creado por Osvaldo Martínez, ¿me explico?
-          Usted me está tomando el pelo.
-          En absoluto. El Osvaldo Martínez del que usted habla (y quizá admire, eso lo desconozco) es la persona que en este momento está escribiendo este diálogo. Disculpe que sea reiterativo pero yo soy su personaje.
-          Escúcheme, usted me está diciendo, que usted  que se llama Osvaldo Martínez, que nació el 13 de abril del 1976, en Londres, departamento de Belén La Rioja… 
-          Catamarca
-          … Catamarca, digo, no es el Osvaldo Martínez, que nació el 13 de abril del 76, en Londres, departamento de Belén, Catamarca.
-          Exactamente eso es lo que le estoy diciendo.
-          Pero ¿no es usted el escritor?
-         
-          Escribió “La Sobra y otros cuentos”
-          Así es.
-          Escribió un ensayo sobre Beckett y otro sobre Ionesco.
-          Veo que conoce mi obra.
-          Come sin sal y le gusta el ajo
-          Exacto
-          Usted tiene pecas sobre el hombro…
-          ¿Hace falta que se meta en mi intimidad…?
-          ¡Y así y todo usted me sigue negando que es usted Osvaldo Martínez!
-          No lo niego, pero le repito, soy Osvaldo Martínez, su personaje. O sea, el personaje de él no suyo. A veces el castellano confunde…
-          Okei boi,  me cansé. Sigamos con lo nuestro.
-          Sigamos.
-          Diga.
-          Vengo por el aviso de corrector.
-          ¿Un escritor tan prestigioso como usted viene por ese aviso? ¿No se siente sobre capacitado para la tarea?
-          No todos los escritores son buenos correctores.
-          Es cierto
-          Yo supongo que puedo hacerlo bien. Además de escribir soy un lector muy sagaz. A mí no se me escapa nunca un herror de ortrografía y o de tipriado. 
-          Lo noto. ¿Le gusta la tarea de corrector?
-          En realidad no. Para nada. Pero dado que como escritor no gano lo suficiente para vivir –y que  con la fama no se paga el supermercado- necesito tener otro ingreso.
-          Muy sincero de su parte, pero esa respuesta no es adecuada en una entrevista laboral como la que estamos teniendo. Usted debería decirme que estaría encantado de ser corrector, que es lo que más quiere en el mundo, que no sólo estaría encantado con la tarea sino que estaría fascinado sobre todo por poder desarrollarla junto a nosotros. Debería mentirme, ensalzar la editorial,  decir que es la mejor de Sudamérica aunque piense lo contrario.
-          Sí, es lógico lo que usted plantea, coincido con usted en todo lo que me dijo aunque en la frase pasada haya usado muchas veces el verbo en  potencial, estaría.
-          Disculpe mi error en la expresión.
-          No es nada.
-          Siga nomás.
-          Le decía, que coincido con su apreciación, que yo contestaría como usted  lo hizo pero es Osvaldo Martínez es el que me hace decir lo que digo.
-          Entonces usted es un pusilánime, un tibio, un estúpido, un títere…
-          Un títere no. Un títere es otra cosa, es un muñeco generalmente de paño, con hilos tomados a un …
-          ¡Ya sé lo que es un títere!
-          No se enoje, simplemente quiero decirle que soy un personaje llamado Osvaldo Martínez. En realidad, señor, mi vocación siempre fue otra. Desde siempre quise ser aviador. Si fuera por mí en este momento estaría en una entrevista de trabajo en alguna aerolínea. Me estuve preparando para volar durante los últimos quince años y terminé siendo lo que aquí ve: un escritor que busca un puesto de corrector.
-          Bueno no se ponga así. Tampoco está tan mal. Podría ser un deshollinador o chofer de un camión atmosférico.
-          Es cierto, tiene usted razón.
-          ¿Está escribiendo ahora?
-          No, ahora no, estoy hablando con usted.
-          No se haga el gracioso…
-          Sí estoy escribiendo.
-          …me diga…
-          Un cuento
-          …un cuento…
-          Se llama “Caburé, fané, Mallarmé toma el té”
-          ¡Qué título! ¿No le parece absurdo?
-          Y sí, en verdad me da un poco de vergüenza. Preferiría escribir algo sobre la metacrítica de la razón, la ontología del ser, o sobre los cambios epistemológicos en las ciencias duras y su relación con la astronomía no lineal,  pero la verdad es que …
-          Sí, ya sé. Que Osvaldo Martínez  le hace escribir otra cosa.
-          Exacto, veo que nos vamos entendiendo.
-          ¿y de que trata su cuento?
-          De un tipo que se llama Osvaldo Martínez y que va a una editorial a buscar un puesto de corrector y se encuentra con un señor muy elegante, muy fino, ¡muy inteligente!, bien vestido  un dandy…
-          Me está adulando.
-          Para nada.
-          Entonces, señor ¿qué dirá Osvaldo Martínez? ¿el señor tan inteligente y elegante que tiene enfrente le dará el trabajo?
-          En mi cuento aún no lo definí.
-          ¿Y aquí?
-          Aquí no depende de mi
-          ¿Y usted qué cree que dirá Osvaldo Martínez de Osvaldo Martínez? ¿Conseguirá o no conseguirá el puesto de corrector?
-          Eso no se lo puedo contestar yo. Tampoco lo puede decir él. Eso lo tiene que responder usted, que es el dueño de esta editorial.
-          No soy el dueño.
-          ¿No?
-          No, soy un empleado.
-          Ah, perdón cómo lo lamento.
-          No es nada.
-          Disculpe. Pobre… trabaja por un sueldo. Lo compadezco.
-          Gracias Osvaldo, gracias. Es usted una persona sensible…
-          Pero ¿Entonces quién decide sobre los subalternos  que se están a su espalda en este momento sentados en los escritorios mirando como zombis los monitores de las computadoras?
-          Yo.
-          ¿usted?
-          Soy el jefe de personal.
-          Ah…
-          ¿Ah qué?
-          Nada, nada. Que se yo…
-          ¿Qué se yo qué?
-          Y bueno, es mejor ser una persona real aunque sea un inescrupuloso y odiado jefe de personal, que ser un personaje de Osvaldo Martínez que se llama Osvaldo Martínez.
-          ZX señor, ZX…
-          Y si hay que resignarse a ser lo que uno es…
-          XZ
-          Hay que resignarse…
-          X
-          …designarse…
-          Z
-          Persignarse…
-          ZX

-          Peinisarse…

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