jueves, 27 de septiembre de 2012

RD2/ Julián García Núñez / Arquitectura

Julián García Núñez  en RD2
Revista Nº 69 del colegio de arquitectos de la provincia de Buenos Aires distrito 2
Nicolás Fratarelli

Agradezco a la revista del colegio de arquitectos de la provincia de Buenos Aires distrito 2 que se haya interesado por mi artículo sobre  Julián García Núñez y la obra del Hospital Español de Temperley y lo haya publicado con tanto cuidado y belleza.
Agradezco particularmente al Arq. Juan Carlos Sánchez por su amabilidad y receptividad y felicito a todo el staff  y a su Director General Adolfo Canosa por la excelente revista que vienen desarrollando tanto en su contenido como en su diseño.

Al pié, tras la presentación del Sumario, se reproduce un fragmento del artículo mencionado.

Sumario

Opinión
El proceso formativo del arquitecto/ problemática y actores
Obras y proyectos
Buenos Aires metropolitana: el crecimiento en la ciudad de ciudades.
Vivienda Multifamiliar baja densidad.
Huellas
Carmen Córdoba homenaje a un proyecto colectivo
Memoria de la modernidad / fragmento
Concursos
Reportaje
Un día un Pájaro…el largo camino de la facultad a Huacalera
Arquitectura distrital
Vivienda Unifamiliar
Patrimonio
Julián García Núñez y el Hospital español de Temperley
La vigencia del modernismo




Julián García Núñez y el Hospital español de Temperley
La vigencia del modernismo
(fragmento)

INTRODUCCION
El Hogar Español de Temperley (Asilo para Valetudinarios y Crónicos) es uno de los trabajos más importantes  de la producción  de Julián García Núñez, y  una de las obras destacadas en la historia de la arquitectura argentina.
La obra surge como anexo al Hospital Español de la Av. Belgrano en un lejano paraje al sur de la metrópolis.
Se implantó en un terreno de más de diez hectáreas, entre árboles, aire puro, sol franco y un paisaje rural que generaba el medio ideal para la recuperación de enfermedades crónicas tal como lo sugería la medicina de aquellos tiempos.
Sus pabellones, alejados de las destemplanzas de la ciudad de principios del siglo XX, siguen vigentes tanto en el plano arquitectónico como social.
Su propuesta renovadora hizo que la obra adquiera identidad y personalidad propia. Con su discurso a cara limpia, fue una de las primeras obras en cuestionar el relato academicista del momento y en materializar el ingreso de la cultura moderna a nuestro país.[1]
Suburbana, escondida y relegada de los discursos que suelen ser monopolizados  por las obras ubicadas en los centros urbanos, la arquitectura del Hospital Español de Temperley aún en nuestros días resiste con la cabeza alta.

COMPLEJIDAD Y CONTRADICCIÓN

Hijo de María Núñez y Loret, catalana y de Nicanor Julián García y Vidal, castellano, Julián García Núñez nació en Buenos Aires  en 1885. Aunque por origen y formación podríamos decir que fue un (arquitecto) español que nació en la Argentina.
La figura de su padre, un inmigrante ligado a la industria de la construcción y con amplias relaciones dentro de la colectividad española en Buenos Aires, influyó directamente en la  elección de su carrera y en su vida profesional, contactándolo una vez recibido con quienes fueron sus comitentes y participando como socio en la construcción de muchas de sus obras. [2]
En 1892 se fue a estudiar a Barcelona. Allí fue discípulo de Lluis Domenech i Montaner, uno de los popes del modernismo catalán.
Se recibió en 1900 y tres años después volvió a la Argentina con esposa, viajes por los países centrales de Europa  y por África, obras construidas en la península ibérica  y una formación que lo llevará a realizar una producción novedosa y que colaborará a abrir el camino hacia la modernidad de la arquitectura en la Argentina.
Su trabajo tiene dos etapas. Una de ruptura con los cánones arquitectónicos historicistas y académicos de la época (a los cuales,  desde su trinchera,  Alejandro Virasoro  denominaba como   “copias fieles, puras e híbridas, remedos de confección” de modelos preexistentes,  algo que “cualquier mero dibujante cleptómano podría hacer”[3]);  y otra anacrónica que denominaremos de repliegue, donde se desdice de su propia obra y se vuelca a realizar trabajos utilizando los formalismos clásicos que él mismo había desafiado.[4]
La importancia de su obra reside en la primera etapa, la antiacadémica. La más rica. La que va desde su arribo a la patria hasta mediados de los años veinte donde aparece en su producción la búsqueda del espíritu de una nueva época con una renovadora idea del futuro que buscaba superar a la única noción de progreso establecida.[5]  Su defección artística la dejaremos al margen, su propia obra innovadora la eclipsa.
De la primera época son la reforma y ampliación del  Hospital Español (Av. Belgrano y La Rioja 1906-1908) y el Anexo en Temperley (1908-1913) (actual Hogar de Ancianos Elías Romero), el Pabellón Español en la Exposición Internacional del Primer Centenario (1910) y varios edificios de Renta como el de Suipacha y Tucumán (1907), Independencia y Sarandí (1913), Paso y Viamonte (1913), entre las obras más importantes.



[1] Francisco Bullrich. Arquitectura Moderna en la Argentina. Revista Summa N°230 octubre 1985
[2] Lucía Elda Santalla. Julián García Núñez. Instituto de Arte Americano. Buenos Aires. 1968
[3] Alejandro Virasoro, hace tal declaración en 1926.  Julián García había adelantado  esta discusión con su obra antiacadémica realizada entre 1906 y 1924 no obstante, y paradójicamente,  en el tiempo de la mencionada  manifestación de Virasoro, él mismo García Núñez  pega  el viraje estético, que lo deja del otro lado de la de la línea demarcatoria.
Cita de Marina Waisman Capítulo 15.1 Teorías. Período 6: Integración Nacional en Documentos para una historia de la arquitectura argentina (1914-1943) Ediciones Summa. Buenos Aires. 1984
[4] El año  en que fallece su padre (1924) “coincide sorprendentemente con el cambio que se produce en su creación arquitectónica. El cambio de actitud operado por el cual nunca más vuelve a construir con su concepción primera” pudo haber sido “por la falta de madurez arquitectónica del ambiente que fuera incapaz de reconocer el contenido innovador de su obra” o bien por realizar “una arquitectura de más fácil aceptación y con la que estaba en mejores condiciones para competir comercialmente”.
Lucía Elda Santalla. Op.cit.
[5] Nicolás Fratarelli. El mito de la ciudad blanca. En  Mirada y Crítica. Contratiempo Ediciones. Buenos Aires 2009

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