miércoles, 15 de febrero de 2012

Ensayo / José Pablo Feinmann

EVITA Y EL TANGO
“Evita –y posiblemente sea éste uno de sus perfiles más profundos, más ricos- no es como la mujer del tango, que se ha ido del barrio para el centro. No es “la Margot (…) o Milonguita. (…) La piba del tango hace su peregrinaje en busca del ascenso social, la ambición que la empuja es la del dinero, la del lujo, ese lujo que le darán los “morlacos del otario”, la de trepar.
“… Eva (…) no es como la mina del tango. Su viaje de Junín a Buenos Aires se le parece. Pero ella no vino por los “morlacos del otario”. No es (como dice Tim Rice, el guionista de la ópera Evita) “la más grande trepadora después de la Cenicienta”. Grave error, señor Rice. Evita no vino a probarse ningún zapatito, no vino a levantarse al Príncipe (…) para vivir siempre en Palacio jugándola de Reina, aprendiendo buenos modales de la monarquía para ser aceptada por ella. Vino para insultarlos de frente. Trepó para descender hacia los pobres y compartir con ellos que había conquistado (…) vino para no traicionarse. Para no abandonar su resentimiento. Del que vivirá y morirá orgullosa. Porque la piba de barrio se hace amante y mantenida de los ricos. Porque la Cenicienta sólo busca al príncipe para reinar junto a él cuando el momento que llegará, llegue. Porque la tan trinada rebeldía de Victoria Ocampo sólo exhibe la historia de niña rica y traviesa, de la alborotadora, de la prefeminista a lo sumo o de la incorregible de la familia oligárquica, pero nunca cambió su destino de clase, siempre reposó en la más honda densidad del Ser fue previsible, tanto en su aliadofismo antifascista de los cuarenta como en su macartismo pronorteamericano de fines de los cincuenta, tanto en su antiperonismo elitista tramado por el odio de clase y desdén cultural como en su discurso de 1977, al ocupar su esperable, totalmente previsible lugar en la Academia de Letras, en el que defiende un feminismo abstracto en tanto las Madres de Plaza de Mayo se jugaban la vida en un feminismo concreto… (…) Evita, contrariamente vino para desmentir lo lineal, lo previsible, los caminos trillados de las trepadoras. Si no la única, ha de ser una de las muy escasas perdedoras que triunfó sin olvidar ni abjurar de su origen. Eso, muy pocas.”
José Pablo Feinmann
Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina. Capiítulo 15. Fragmento

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