viernes, 23 de marzo de 2012

Cine / Las Acacias

Acacias que curan
N.F.

La película comienza con un desmoronamiento: el de árboles talados.
(Aunque, hay otros que no se ven, y fueron producido por algo que tiene más fuerza que una motosierra.)
Continúa con almas que a pesar de estar por el piso no quieren resignarse a la derrota, a la soledad, a que el destino los lleve como postes marchitos en la cola de un camión.
Allí  arranca el viaje; un camino, deseos, una niña que mira a los ojos, que ríe y bosteza; ausencias, humo de cigarrillos esperanzas; desesperación, sollozos y una frontera que queda atrás.
La ruta es más que una ruta. Sobre su angostura se espera alguna brizna que ayude a desviar la realidad de esas almas rotas. 
El film, que habla con silencios, con gestos, y matices, encierra el  tono exacto de belleza y de verdad. Acaricia la barbilla de cada espectador, que mira con ojos negros y pelo ondulado, y trasmite la esperanza de que las propiedades curativas, la sombra y el frescor de ese árbol que florece amarillo, llegue a destino.
Con las actuaciones monumentales de Germán de Silva y Hebe Duarte, y una dirección notable de Pablo Giorgelli (que maneja admirablemente la cámara y hace de la niña -Nayra Calle Mamani- una actriz consumada) la película se transforma en una obra poética entrañable e imprescindible.

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