ADIOS. SE
TERMINÓ.
Nicolás Fratarelli.
Adiós. Se
terminó. Quedan apenas unos puñados de días hasta el diez, pero ya está, se
terminó. Al fin se terminó. Al fin se terminó el neoliberalismo. Se terminaron
los cuatro años más oscuros de la historia Argentina. Se van. Se van. Se van.
Se van del
gobierno. Se van del gobierno los que se creen dueños del país. Se van del gobierno nuestros enemigos. Se
van de los cargos públicos los ceos, los
chetos, los negacionistas, los amigos y familiares de quienes participaron de
toda dictadura que existió en el país, se van los discriminadores, los racistas,
los dueños de remeritas de marca, los que se creen más, los “fachos frendly”, los que no creen en la
patria, los que consideran que para lo único que sirve el otro es para servirlos.
Se van los
sojeros que creen que son el campo, se van los retrógrados amigos de la sociedad
rural, se van los fugadores de toda divisa que creen que la economía son los
bancos. Se van los creadores de las lelic, de las lebac y de toda esta basura
que les sirvió de instrumento para saquear al país, para saquearnos a cada uno
de nosotros, para meternos las manos a nuestros bolsillos y transferírselos a
quienes más tienen y menos necesitan.
Se van los
que apoyan golpes militares, los que gustan de la bolsonarización del mundo,
los mayordomos de los Trump, los cipayos que les piden disculpas a los reyes de
España por la independencia que alguna vez declaró Argentina.
Se van. Se
van, se pero se quedan. Se quedan y
serán perros de presa. Y serán peor que lo que fueron siempre. Serán más
crueles aún. Y debemos estar con las guardas altas. Porque no podemos decir “se
van y no vuelven más”, como nos decían ellos, burlonamente. No. Nosotros
creemos que está en la construcción de un “gran nosotros” la garantía de que no
vuelvan más, o por lo menos, de que no vuelvan más a ocupar cargos públicos que
le les permitan manejar los palos que nos dan por la cabeza.
Se van pero
quedan. Porque ellos están, siempre están.
Como estuvieron desde el
principio de la historia. Sólo cambian
de forma. Se visten con frac, con trajes negros, azules, grises, con uniformes
del ejército, de fajina si hace falta y de camisitas celestes y sin corbata
ahora. Se quedan y, otra vez, buscarán, asimilarse a lo que no son, para volver a pegar el zarpazo. Se van. Se van
pero quedarán al acecho. Impondrán
nuevos “Nisman”, nuevos “campos”, encontrarán nuevos deangelis les
arreglarán los dientes a otros para que aparezcan en TV, le pagarán a nuevos
lanatas, a nuevos majules, inventarán nuevos delarúas y nuevos macris.
Se van peros se quedan. Como se quedaron desde el
inicio de la patria –garrote en mano- pegándole a Yrigoyen, volteándolo a
Perón, derrocando a Alfonsín, horadando las figuras de los Kirchner. Se van
pero sabemos: están siempre. Y no se
resignaran a perder privilegios, por eso
hay que quitárselos. Individualmente son
hombres y mujeres mediocres, gris multinacional, beige consorcio, tipos y tipas
con muy pocas luces, sin talento y sin arte; sin lectura, sin bibliotecas en las casas; pero
con un cuerpo -como corporación- de acero.
Son una
minoría. Pero tiene todos los medios y
con tal poder puede convencer a personas de convicciones débiles para que los
apoye ya sea con el voto, con el sentido común, o generando opinión pública; y con tal poder, esta
minoría, puede exacerbar la miserabilidad de las personas miserables y llevarlas al extremo y hacerlas sentir
parte de ellos mientras se le ríen por la espalda, tapándose los dientes.
Sabemos
todo eso. Lo sabemos. Pero hay algo que no es menor. Los sacamos
democraticamente. Los sacamos como les gusta decir vacíamente “republicanamente”,
ganándole el juego dentro de esta
democracia de bajísima intensidad que proponen. Si bien seguirán aferrados al poder
real -en definitiva son eso- se van del gobierno. Y no es poco. Es cierto.
No es poco.
Fueron
cuatro años terribles. Larguísimos, interminables. Y como pudimos los resistimos. Resistimos el
destrato, los embustes, las mediocridades, las mentiras, los discursos vacíos,
la estigmatización. Resistimos a que cualquier cosa con k sea una mala palabra.
Resistimos las arbitrariedades que
sufrimos en nuestros trabajos, resistimos los despidos laborales, resistimos las operaciones judiciales, los bombardeos mediáticos.
Resistimos a que nos quieran borrar la
historia, a que nos traten como estúpidos, a que nos roben con asientos
contables, con off-shore, con Panamás y Luxemburgos. Resistimos a las tomadas de pelo, y por suerte gran parte de la sociedad no
permitió que a que le mientan en la cara. A todo eso resistimos.
Resistimos
los aumentos de precios, a las tarifas disparatadas, al ajuste, al saqueo.
Tuvimos que soportar que nos endeuden
otra vez, que nos metan el FMI otra vez en el país. Tuvimos que soportar que un pobre hombrecito
pequeño, pequeño nos diga que debíamos enamorarnos de la directora del fondo usurario
internacional.
Resistimos
a que nos persigan, a que nos metan presos, a que nos maten por la espalda. Resistimos
a que se dé vía libre al racismo, al odio al otro, al odio al pobre. Y resistimos
(¡terrible!) a que todo esto sea recibido con gusto por la parte más
despreciable de la población.
Resistimos y
seguiremos resistiendo a la instalación
del sentido común que generaron,
generan, y generarán para impregnar el aire, e instalar ideas estúpidas
como si fuesen naturales e inevitables.
Resistimos.
Resistimos como pudimos. Resistimos abrazándonos entre nosotros. Haciendo
catarsis. Cantando, llorando. yendo a la plaza, soportando los gases de la
gendarmería, saltando las vallas
divisorias, esquivando los palos de la represión. Resistimos conteniéndonos
entre los que pensamos parecidos, entre quienes tenemos sueños similares, entre
los que decimos: ”¡Por favor, neoliberalismo nunca más!”.
Resistimos, y aquí
estamos. Felices porque se van. Pero estaremos atentos también, porque sabemos que los tendremos cerca, circundándonos como lo
que son: pirañas que nos odian, tiburones
que odian al pueblo. No obstante, y a pesar de todo, decimos ¡Adios! ¡Por fin
se terminó el peor gobierno que existió en
la historia argentina!