DOS AÑOS,
19 DIAS Y 500 NOCHES
Van dos
años de calvario.
Dos años,
diecinueve días y quinientas noches (parafraseando a Sabina que alguna vez
elogió a Macri…).
Todavía
falta para que termine este desastre.
Porque a
más a la corta que a la larga este desastre terminará.
Y en poco
tiempo estos días serán historia.
Y en poco tiempo estos días formarán parte de uno de los tantos capítulos negros que padecimos los argentinos.
Y en poco tiempo estos días formarán parte de uno de los tantos capítulos negros que padecimos los argentinos.
Y en poco
tiempo se dirá que fueron los peores días,
días que el neoliberalismo más
reaccionario hacía y deshacía a su gusto.
Y pronto,
más temprano que tarde, la historia
hablará de que en “aquel tiempo” (que es
hoy y ahora) hubo una derecha que fue
elegida con el “voto del soberano”, y agregará
, que no hizo falta un golpe de estado a
la vieja usanza para que se hayan llevado a cabo las políticas económicas y
sociales antipopulares porque montones (¡montones!) de personas votaron a un millonario para que gobierne a favor de otros millonarios.
Más
temprano que tarde, más temprano que tarde, este presente será pasado, y la
historia hablará de estos días como la Argentina liberal que en apenas dos años
días dejó una tanda increíble de desempleados y desamparados por todos lados,
hablará de un presidente gris, soso,
desabrido, insípido; de un presidente
que no sabía conceptualizar una idea,
que apenas se remitía a leer discursos
insulsos; hablará la historia más temprano que tarde, hablará la historia, de
un gobierno superficial y marquetinero, con funcionarios que ante la aparición de las cámaras de TV amigas saludaban cuanto menos al vacío, y cuanto más a legiones
de gendarmes guardianes de calles valladas.
Hablará la historia de un gobierno que mandaba a reprimir a las protestas
mientras lo cubrían los medios de comunicación monopólicos y las grandes
corporaciones. Porque hablará la historia.
Y no falta mucho para que la historia hable
así de este presente cabeza-gacha. Esto
dirá la historia de este presente-desazón, de este presente insoportable, de
este presente de la tristeza colectiva, de este presente fiesta-de-pocos donde poquísimos ríen, aplauden y se auto complacen
de ser quienes son.
De esto
hablará la historia. Pero también dirá la
historia que hubo gente en la calle oponiéndose a las agresiones. Y que esa
gente era gente de verdad y no una entelequia dicha por “la gente”.
Mientras todo
esto ocurra, sobrellevaremos a este presente de vergüenza como podamos, resistiéndolo
hasta que la lluvia escampe, y resistiéndolo hasta que éste presente se haga
historia.