viernes, 28 de noviembre de 2014

Literatura / Tango / Cuento Corto Seleccionado España

Tango. Texto: Nicolás Fratarelli. 
Seleccionado libro antología. II Concurso Relatos Breves “Amores”. 
Asociación Letras con Arte. 
España. Octubre 2014

Tango
Esperaba.
Su traje negro esperaba encima de la cama.
Sus zapatos lustrosos a un costado hacían juego con el brillo del hotel.
A las ocho debía encontrarse con su compañera en el hall de planta baja. 
Le quedaba un rato aún.
Miró su camisa blanca. Sus puños. Su corbata. Corrigió su  peinado. Recortó fríamente el último pelo de su bigote.  Esperó con los ojos cerrados, sentado, concentrado, moviendo sus pies como si escuchara música.
Faltando quince minutos se puso el traje. Los zapatos. Ató sus cordones sintiendo el hilado en la yema de sus dedos. 
Quitó la última pelusa de su solapa y bajó.
Allí lo esperaba María, con brillo en la mirada y un vestido bordó pegado al cuerpo.
Apenas se vieron se abrazaron.
No hizo falta más.
Se encendió una luz, se apagó otra.
Comenzó a sonar la música.  Era un Tango.
Empezaba el baile.
Todas las miradas se detuvieron en ellos.

Sólo importaba sentirse pegado uno al otro. 


Literatura / Jorge luis Borges / La casa de Asterión

La casa de Asterión
J.L.Borges

(Pintura: G.F.Walls, pintor simbolista inglés, 1817-1904)

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
    El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos. 
    Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
    No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo. 
    Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
        El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

    -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Literatura / Segundo Premio / Poesía.Certamen Internacional Acebal. Santa Fe



2º Premio 
33 Certamen Internacional de Poesía 
"Plaza de los poetas José Pedroni"
Acebal, Santa Fe, Capital Provincial de la Poesía.

Requecho
N.F

Requecho
Estaca
Desaire impío

Graznido
Golpeteo
Aciaga la hora

Nepente
Guantera
Barco invertebrado

Lo patético es la representación de lo trágico

Nada
Nada de esto significa
Nada

Todo
Todo esto es puro sonido

Y ganas de decirlo